domingo, 19 de febrero de 2012

No se puede ser sindicalista y banquero

Ante las recientes informaciones relativas al cobro de retribuciones por parte de sindicalistas miembros del consejo de administración de cajas de ahorros,  en la creencia de que dichas prácticas pulverizan la credibilidad de los sindicatos que las llevan a cabo, y no sólo eso, ya que además perjudican la de la actividad sindical en general y la de aquellos sindicatos, como el nuestro, que renegamos de ellas, es por lo que traemos hoy el editorial del diario El Mundo del día 18 de febrero de 2012, como una llamada a la reflexión a través de su lectura, ratificándonos una vez más en nuestra apuesta por la independencia mediante la financiación única y exclusivamente por las aportaciones de nuestros afiliados.

FUE EL propio secretario general de UGT, Cándido Méndez, quien ayer reveló que todos los ingresos que perciben los representantes del sindicato en los consejos de los bancos van «a la caja» de la organización. Méndez afirmó que no percibe ningún «dilema moral» en que las centrales se financien a través de los sueldos de sus consejeros en el sistema financiero. En sintonía con estas declaraciones, José Ricardo Martínez, secretario general de UGT Madrid, confirmó que cobró 181.000 euros anuales en 2011 como consejero de Caja Madrid, pero añadió que la totalidad de esa suma fue a parar al sindicato. Según sus palabras, él vive de un salario de 2.300 euros de Renfe.

La decisión de este sindicalista nos parece respetable. Es muy libre de ceder su sueldo en Bankia a UGT, al igual que hay personas que lo donan a una organización religiosa, a una entidad benéfica o a una fundación. Cada uno es muy dueño de hacer lo que quiera con sus ingresos. Pero quien figuraba hasta hace poco en el consejo de Bankia -y ahora lo hará en el de su grupo industrial- es José Ricardo Martínez y no UGT. Bankia le paga un sueldo por pertenecer a sus órganos de gobierno. Y, como establece la legislación mercantil, Martínez tiene responsabilidades incluso penales por la gestión de la entidad financiera. Así consta también en el registro del Banco de España, donde aparece como consejero y nada se dice de su pertenencia a UGT, como tampoco consta que Rodrigo Rato sea militante del PP. Ambos están a título individual y gozan de plena autonomía en sus decisiones y nadie les pregunta lo que hacen con sus ingresos.

Dado que UGT y Martínez aseguran que esos emolumentos de 181.000 euros fueron a la caja del sindicato, instamos a este dirigente a que haga pública su declaración de la renta. Entre otras razones, para saber cómo paga sus impuestos. Eso sí que sería un ejercicio de «transparencia», como ha pedido el Gobierno. Si realmente el secretario general de UGT Madrid cedió esa suma a la organización de la que forma parte, eso significa que el sindicato se ha estado financiando a través de Bankia y de otras entidades que habrían hecho lo mismo. Cabe preguntarse a cambio de qué, salvo que creamos en la hipótesis de que los bancos dan dinero a las centrales por puro altruismo.

La respuesta en muy sencilla: Martínez fue colocado en ese consejo por un acuerdo político entre los partidos y los sindicatos para repartirse el control de la antigua Caja Madrid. Martínez formaba parte de la cuota institucional de UGT en la entidad.

Ello le venía muy bien al sindicato para acceder a eventuales créditos y favores, pero, sobre todo, era muy conveniente para los gestores que se aseguraban un apoyo incondicional a cambio de una desmesurada remuneración por no hacer nada. Lo que debería explicar hoy mismo Martínez es qué hizo él como consejero cuando se tomaron decisiones que crearon un agujero en la caja que obligó al Estado a acudir en su rescate y por qué calló cuando veía que la entidad tomaba riesgos en el sector inmobiliario que podían llevarla a la ruina. Y también debería hacer público qué hizo para impedir que Bankia despidiera el año pasado a 3.500 empleados.

Martínez era parte integrante de un sistema corrompido y callaba a cambio del elevado sueldo que percibía, fuera para él o para UGT. Y cerraba los ojos ante el evidente conflicto de intereses que existe entre ser representante sindical y formar parte de la dirección de un banco. Eso resulta obvio para cualquiera menos para Cándido Méndez. Así les va a los sindicatos y, por eso, están perdiendo apoyos y credibilidad. La única opción presentable es que UGT y CCOO abandonen los consejos de los bancos y empiecen a dar ejemplo de coherencia en algo.