Desde que comenzó la crisis, allá por 2007, el número de empleados públicos ha crecido un 5,3%, según los datos de PIMEC (una patronal de pequeños y medianos empresarios catalanes), que trabaja sobre el boletín estadístico del personal al servicio de las administraciones públicas. En concreto los empleados públicos han pasado de significar el 12,5% del total de ocupados en 2007, al 14,8% en 2011.
Y eso, ¿es mucho o poco? Lo mejor, en estos casos, es mirar siempre a otros países. De hecho, uno de los argumentos utilizados por quienes critican la magnitud del sector público en España es la comparación con otros Estados. Pero de ahí lo que se extrae es que el porcentaje de funcionarios no es alto. De hecho, es más bien normal. La media entre los países de la OCDE (la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico) es del 15%.
En 2008, fecha de los últimos datos disponibles al respecto de la OCDE, el porcentaje de empleo público superaba con holgura el 25% en países escandinavos como Noruega, Dinamarca o Suecia, que se caracterizan por tener unos Estados con una fuerte presencia en la economía. Pero en otros similares al nuestro, como pueden ser Francia o Reino Unido, se mueven en unos baremos algo superiores a los españoles: 19,5 los primeros y 17,6 los segundos. Más de dos puntos de diferencia. En cambio, en Alemania, país que ahora parece marcar la tendencia en Europa, el porcentaje de funcionarios cae al 9,6%.
En definitiva, España no tiene demasiados funcionarios. Existen países que no están sufriendo los efectos de la crisis en la misma medida y que cuentan con más empleados públicos. Ahora bien, asunto muy distinto es si esos trabajadores están empleados de forma eficiente y si el mapa administrativo español está configurado de manera que responda realmente a las necesidades de la población. Eso, evidentemente, no se mide con estadísticas. Para diagnosticar eso hacen falta buenos políticos.
En 2008, fecha de los últimos datos disponibles al respecto de la OCDE, el porcentaje de empleo público superaba con holgura el 25% en países escandinavos como Noruega, Dinamarca o Suecia, que se caracterizan por tener unos Estados con una fuerte presencia en la economía. Pero en otros similares al nuestro, como pueden ser Francia o Reino Unido, se mueven en unos baremos algo superiores a los españoles: 19,5 los primeros y 17,6 los segundos. Más de dos puntos de diferencia. En cambio, en Alemania, país que ahora parece marcar la tendencia en Europa, el porcentaje de funcionarios cae al 9,6%.
En definitiva, España no tiene demasiados funcionarios. Existen países que no están sufriendo los efectos de la crisis en la misma medida y que cuentan con más empleados públicos. Ahora bien, asunto muy distinto es si esos trabajadores están empleados de forma eficiente y si el mapa administrativo español está configurado de manera que responda realmente a las necesidades de la población. Eso, evidentemente, no se mide con estadísticas. Para diagnosticar eso hacen falta buenos políticos.