Recién aterrizado en el Ministerio en septiembre de 2013, Rafael Catalá desplegó una ingente campaña propagandística para intentar apagar los incendios heredados de Alberto Ruiz Gallardón. Papel cero fue uno de sus principales eslóganes: se trataba de que el primer día de 2016 todos los procedimientos estuviesen informatizados. Año y medio después, cualquiera que se mueva por las tripas de los juzgados sabe que el papel sigue inundando despachos y pasillos y que el proceso completo hasta llegar a juicio está lejos de digitalizarse.
Es solo un ejemplo de la era Catalá al frente de Justicia. Otro de sus programas estrella que pretendía acortar a seis meses la instrucción de los jueces en los procedimientos penales ha constituído un fiasco tal, que miles de causas tuvieron que ser declaradas complejas en junio de 2016 sin haber sido estudiadas para evitar el archivo de todos esos casos. Ni el propio Catalá fue capaz entonces de cuantificar las causas.