Como sabéis, STAJ es un sindicato sectorial, con un único objetivo: la mejora de las condiciones de trabajo de los funcionarios al servicio de la Administración de Justicia de toda España, sin perder de vista que hay determinados actos en los que sin ser los principales protagonistas, por nuestras características, podemos influir en las decisiones que al respecto se tomen.
Por eso, es el momento adecuado de expresar con claridad la situación actual sobre la realidad salarial y sobre el futuro de las pensiones, y en base a ello exigir los correspondientes incrementos en los presupuestos y demás normativas.
Si enfocamos la cuestión desde el punto de vista salarial, es evidente que en el presente año nos han echado prácticamente a los leones, ya que el pequeño incremento del 0,9% que nadie pidió por la situación del país, se ha visto rápidamente desbordado por el incremento del IPC en un 3,1% y al alza (la previsión es que superará el 4%). Con esta situación, de nada han servido los pequeños y ridículos incrementos realizados para recuperar el poder adquisitivo de los funcionarios, congelado desde el 2010, además de la disminución del 5% que se realizó ese año para todos nosotros, donde además se congelaron las pensiones, y todo ello después de que el Gobierno de turno nos premiase a todos con una deducción de IRPF de 400 euros (qué casualidad) -ver BOE-. Por ello, una vez más, volvermos al punto de partida y nos quedamos como estábamos prácticamente hace 10 años, y en términos de inflación a 40 años atrás.
Ante estas espectativas, tenemos quien únicamente se limita a hablar de la insignificante propuesta gubernamental del 2%, que seguramente no irá mucho más allá, hasta quien, compartiendo nuestra opinión, pide un mínimo equivalente al IPC del 4% y una cláusula de revisión para posibles desviaciones al alza del mismo, en el que pueden entrar fondos adicionales, con los que afrontar el desarrollo e implantación de la carrera profesional en Justicia.
En cuanto al tema de pensiones, cada uno es libre de opinar lo que considere, pero la realidad es que el llamado "Pacto de Toledo" únicamente se reúne para perjudicar las pensiones de todos. Unos guardan silencio y otros hacen propuestas en sentido contrario, que produce hasta sonrojo verlas. Porque parecen hechas para dar gusto al oído de alguien en lugar de ser realistas. Es altamente improbable que, mientras a los funcionarios de Seguridad Social se les endurezca casi con total seguridad sus condiciones de jubilación, se esté pidiendo por alguna que otra organización sindical "la equiparación de la cuantía de las pensiones de Clases Pasivas a las del Régimen General de la Seguridad Social". Ya nos gustaría que pudiera ser así, pero esto no hace más que demostrar la poca seriedad e hipocresía de quienes piden equiparación, que hace poco no apoyaron, sino más bien echaron basura sobre la recogida de firmas de soporte a la iniciativa legislativa popular para la equiparación del pago de medicamentos cuando los de clases pasivas se jubilan, por el simple motivo de que no era suya la iniciativa.
Tampoco era nuestra, y sin embargo, como era beneficiosa para los funcionarios de Justicia, la adoptamos y la impulsamos aquí. ¿Qué pasa, que en la equiparación no entra lo de pagar lo mismo por los medicamentos en una u otra clase de jubilados? Porque si yo pago más, ya no cobro la misma pensión. Hay un principio que dice que donde la ley no distingue no cabe distinguir, pero por lo visto para algunos sí, si no son ellos los protagonistas, por supuesto.
Si nos equipararan, sólo caben dos resultados: la cuota que pagamos todos los meses sin distinción de puestos ni de retribuciones, convertida en cotización nos bajaría la pensión hasta niveles impensables sin remedio. Si por el contrario, se optara por tener en cuenta nuestras retribuciones, el cálculo, de ser ¿viable?, se realizaría sobre los últimos 35 años, y aunque fuera sobre los últimos 25, nos obligarían a pagar las correspondientes cotizaciones, por lo que también seríamos perjudicados. Pedir incentivar la jubilación anticipada, cuando todo el mundo camina en sentido contrario, es hacer el ridículo: sentimos no poder hacer otra valoración. En situaciones como la actual, lo cabal es defender lo que tienes que puede equilibrar más o menos la balanza o mantener tus expectativas de toda la vida.
Las propuestas no sólo se hacen, se defienden, aunque comprendemos que en algunos casos resulta más que difícil, porque el proponente tiene más que perder que ganar.