Desde STAJ, seguimos negándonos rotundamente a entrar en este juego y mantenemos nuestra renuncia a las subvenciones. Queremos seguir teniendo las manos completamente libres para ejercer nuestra actividad sindical, continuar centrados en la defensa del colectivo, y no deberle favores a nadie.
No tenemos enormes sedes o edificios, no los queremos ni los necesitamos. No organizamos grandes eventos, ni convenciones, porque no son necesarios. Tampoco poseemos macroestructuras formativas, pero damos servicio al afiliado negociando convenios especiales con otras entidades. Y sobre todo, mantenemos con orgullo nuestra filosofía de asignar todos nuestros recursos a la defensa en las mesas de negociación y a la atención directa en los centros de trabajo.
Volvemos a repetir públicamente, con la voz bien alta, que STAJ ha demostrado que es posible que un sindicato subsista sólo con las cuotas de sus afiliados, que renuncia a las subvenciones y deja para otros esa más que dudosa actividad.