Llevamos mucho tiempo oyendo, escribiendo y leyendo sobre el famoso Papel Cero y su hija predilecta Lexnet. Disfunciones, quejas, desbarajustes y problemas varios se suceden un día tras otro sin que nadie sepa muy bien cómo arreglarlo. O sin que quiera.
El caso es que, a primera vista, puede parecer desde fuera que quienes transitamos por el mundo de Juzgados y Tribunales somos unos protestones que no hacemos otra cosa que quejarnos y poner pegas a todo. Incluso hay quien cuestiona que no nos interese la modernización y prefiramos seguir anclados en el pasado de los expedientes atados con cuerda floja y el trasiego en carritos de supermercado que tan familiar nos resulta.
Y nada de eso.
Estoy segura que a los operadores jurídicos, como a cualquier ciudadano de a pie le parece no solo bien sino de perlas que nos modernicemos, digitalicemos y que entremos no solo en el siglo XXI sino en el XXII a ser posible.
Pero las cosas o se hacen bien o no resultan. Y aquí nos hemos encontrado con un tren de alta velocidad que se ve obligado a circular por las vías de un ferrocarril de mercancías. Y que encima, se ha terminado a correprisa y sin pulir los acabados, y va soltando tuercas y tornillos al menor bache que encuentra. Y así nos va.