La elección de Fernando Grande-Marlaska como presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y la expulsión de Baltasar Garzón de la carrera judicial van a provocar en los próximos meses varios movimientos de sillas en el Poder Judicial.
La dispar suerte de Marlaska y Garzón implica que dos juzgados centrales de instrucción queden vacantes. El 5, en el que durante veinte años ha sido Garzón su titular, y el 3, hasta ahora dirigido por Grande-Marlaska. Ambas plazas, un tercio de los juzgados de instrucción de la Audiencia Nacional, deben salir a concurso. El primero de ellos no se conocerá por lo menos hasta el mes de abril, pero Marlaska podría ser sustituido, según fuentes jurídicas, en un periodo más breve de tiempo.
En líneas generales, en la Audiencia Nacional se vive con alegría el cambio a Grande-Marlaska. Su carácter con sus compañeros y funcionarios de justicia es más afable que su antecesor. Gómez Bermúdez es conocido por la imposición de sus decisiones al resto de magistrados de la Sala de lo Penal y ese descontento ha quedado reflejado en el número de compañeros que se han presentado a la plaza de presidente.